domingo, 15 de febrero de 2009

LA TRAVESIA DE JUAN LUIS GUERRA…


En esta ocasión me siento apenado poder decir que no logré disfrutar este concierto como los anteriores, aunque no puedo negar que me sentí orgulloso de ser compatriota del mayor exponente de nuestra música como lo es Juan Luis Guerra.

Pero al mismo tiempo no puedo ocultar mi decepción de asistir a un concierto donde predominó el mal sonido. Cuando comenzó Calor Urbano tenía una expectativa ya que me gusta la banda y me entusiasmé, como fanático del rock local, verlos frente a más de 50,000 compatriotas donde podrían demostrar su calidad musical y la razón por la cual nuestro Juan Luis los escogió como teloneros de su gira. Sin embargo, el sonido fue su peor aliado ya que prácticamente no se escuchó nada y a pesar de que la muchedumbre vociferaba “no se oye”, no encontraron a alguien que se apiadara de ellos y les ajustara el sonido. ¡Pero pa'lante muchachos que hay camino por delante!!

Cuando arrancó la orquesta de Juan Luis pensé que el sonido mejoraría considerablemente considerando que es normal que a los teloneros le restan calidad de sonido para que el artista principal tenga mejor participación, pero no fue así. Un sonido que constantemente se perdía y mejoraba como si fuera el viento que le ayudara y le desayudara. Careció del apoyo de bocinas repetidoras distribuidas en el estadio, pero de existir en realidad no logré descubirlas.

Un concierto en el cual las palabras motivadoras de un Juan Luis Guerra no lograron ser escuchadas por la gran mayoría, me dejó la triste experiencia de no lograr disfrutar un concierto por todo lo alto como justamente estoy 100% seguro que este extraordinario artista quizo hacerlo para sus compatriotas. Todo un andamiaje, extraordinarios efectos visuales, performance de la orquesta, no fueron suficiente para satisfacer mi sed de disfrutar un gran concierto mermado por un mal sonido.

Los organizadores definitivamente “se guayaron” con la organización desde la falta de señalización adecuada, los vendedores ambulantes dentro del concierto que parecían más delincuentes que vendedores, el descontrol en los precios de las bebidas.

No puedo negar mi orgullo de ser compatriota de Juan Luis Guerra y de todos los miembros de su extraordinaria orquesta, pero tampoco puedo ocultar mi tristeza de no poder disfrutar del concierto como tenía la expectativa.

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